jueves, 2 de agosto de 2007

AMOR SÍ, PERO SIN ATADURA EMOCIONAL
(Nuevo Modelo de Relación Sentimental)


Las parejas que duermen en camas separadas son duraderas si duermen en habitaciones distintas, permanecen más tiempo unidas; si habitan cada uno en su casa, duran más tiempo; si cada uno en una ciudad diferentes, muchísimo más; y si viven en continentes distintos son eternas.

Esto es uno de los dichos que más oye con respecto a la “convivencia” en pareja y su desgaste a través del tiempo. Y la frase más oída, “Cuando hay confianza, da asco”. Todos estos dichos y frases si no se cumplen, las parejas y las relaciones de todo tipo, no saben vivir, no saben qué hacer en y con su vida y esta relación se convierte en sinvivencia”(*). Se crean muchos problemas de todo tipo en la convivencia: Hay monotonía, se pierde la novedad, la sorpresa, la añoranza. En lugar de convivir, cuando surgen estos “fenómenos”, es sinvivir. La pareja o la persona dentro de la pareja, ya no sabe qué hacer. Se aburre, hay apatía, hay indiferencia, hay pasotismo, hay de todo o casi todo. Convivir no es siempre una garantía, un pasaporte a la felicidad de la pareja o de la relación. Existe el fenómeno que he acuñado llamado sinvivir o sinvivencia(*).

La verdad es que cada día es más habitual ver parejas que se quieren y que tienen un proyecto de vida en común, vivir cada día en su piso, y tener una relación bastante estrecha, pero conservando su independencia y sus amistades personales a través de la relación. Sin embargo, el matrimonio convencional, cuando se casa regala un segundo término sus amistades y por supuesto la convivencia es total, en el mismo piso.

¿Qué es lo que hay detrás de esta nueva forma de vivir, que es lo que impulsa a la juventud a no comprometerse como antes, y vivir de una forma más libre, conservando sus amistades, su espacio y tiempo personal. Es por miedo al compromiso total, quiere conservar su identidad e intimidad, o simplemente es una nueva moda, a la que se adhiere sin más.

Este nuevo concepto de la relación sentimental nace con la reivindicaciones feministas de los años 70, donde las mujeres al casarse exigían una habitación propia, como consecuencia de su deseo de gozar de una mayor autonomía en su convivencia.

Con este nuevo concepto de relación de la mujer (y del hombre), busca quizás defenderse ese espacio de libertad y tiempo, que sentía perder cuando se establecía la convivencia total convencional. Para algunos, los más conservadores, es una forma de protegerse ante cualquier fracaso amoroso futuro, que conllevaría un camino radical. Si no dejo totalmente la vida de soltero, si fracaso y tengo que romper la relación, tengo la retirada cubierta.

No debemos caer en el tópico negativo de que esta forma de relación se produce exclusivamente en personas que han sufrido un fracaso sentimental y han tenido que empezar de cero, y temen que les pueda pasar lo mismo. O de personas que tienen miedo a la convivencia porque termina con le libertad de uno de ellos, o en muchos casos de ambos, llegando incluso a una dependencia que generalmente supone el fracaso de la pareja. Existen también motivos positivos a la hora de justificar este nuevo modelo de relación sentimental: “Si estamos bien así, por qué no seguir la misma forma después de casarnos.”; “Es mejor no cambiar lo que ni funciona bien, no sea que se estropee.”

Yo, de 59 años que tengo, “practico” esta forma de vivir desde que mi hijo se independizó cuando cumplió 18 años (cosa que en Inglaterra “se lleva”; está en nuestra “cultura” o costumbre al igual que en los Estados Unidos). Mi mujer está y vive en la zona de Almagro y yo en la zona de Chamberí, ambas en Madrid capital; y nos vemos cada 4 ó 5 veces a la semana, además de contactos telefónicos y electrónicos (e-mails) casi todos los días. Incluso cuando estamos juntos, dormimos en camas separadas. Según mi experiencia, se disfruta más de la vida de pareja sin perder la intimidad de cada uno teniendo su espacio vital y tiempo para cada uno y esto conduce a conservar tu libertad y el amor verdadero. El amor verdaero pierde su encanto, su sorpresa, su esencia cuando hay familiaridad emocional y física.

La convivencia en común conlleva una serie de acuerdos que afectan a la distribución de los espacios comunes, los gastos, las tareas de casa, administración de los ingresos y bienes, etc., que hay que tener en cuenta para que no cause problemas posteriores. Sin embargo, este nuevo planteamiento de la familia además de compartir los momentos buenos, y cuando los dos disponen de tiempo y ganas, permite a la vez sentir la sensación de libertad, no de libertinaje que suple a cualquier beneficio complementario de la convivencia bajo el mismo techo.

Lo más importante para disfrutar, ya sea en pareja o sin ella, en la misma casa, que representa nuestra subjetividad, en la que están nuestros deseos y nuestros proyectos, o en distinta, es aprender a reconocer y superar nuestros conflictos personales, para vivir bien con nosotros mismos en soledad de una forma agradable y constructiva y poder posteriormente compartir con nuestra pareja o a solas lo mejor de nosotros, en lugar de proyectar nuestros conflictos, que es la causa de la mayoría de las rupturas de pareja. Tenemos que aprender a aceptar nuestros “defectos” y dificultades en lugar de culpabilizar a los demás de ellos, respetando el espacio y tiempo personal de nuestra pareja, que es la mejor forma de mantener el amor y alcanzar la MADUREZ EMOCIONAL y el desarrollo personal, independientemente de si se vive en una o en dos casas distintas.
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(*) "Sinvivir" o "Sinvivencia" son términos que empleo sólo para contrastar con el de "Convivir" o "Convivencia".

ROSS GALÁN
Coach Personal
Escuela de Inteligencia

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