jueves, 2 de agosto de 2007

Amor y Voz: Descubre tu Voz

Di lo que sientes (Asertividad), siente lo que dices (Habitabilidad), concuerda las palabras oherencia) y la vida.

Ya antes venir al mundo exterior, te envolvían los sonidos del cuerpo de tu madre y la voz de tu padre. Al nacer necesitaste de otro y tu voz con esos gritos y llantos infalibles hizo lo propio. Tus primeros gritos eran meros reflejos fisiológicos encaminados a producir en mamá reacciones favorables. No existía represión sobre ellos, ni tampoco intención. La voz de mamá, en cambio, fue un acto instintivo pero voluntario y, cada día más alentado por el amor. Su baño de sonido, la envoltura de su voz fue tu primera lección sobre amor y voz.

Y así, mucho antes de que mamá fuera un imagen para tus ojos aún incompletos, ella fue para ti una voz.

Pero el mundo no acaba en mamá, desde luego. Hay otro que no siempre se reduce a ella. Al crecer, surgió, o se evidenció, el deseo de ser deseado por otro, bucle amatorio en el que quedaste atrapado. Empezaste a ser valorado por lo que hacías y no por el simple hecho de existir, de ser. Aprendiste, entonces, la voz del que nunca llora, la del que sonríe siempre o la del iracundo o el miedoso. También te has creído descubrir cual debía ser el lugar y la forma de esa voz; si eras el que cantaba bien o el de la que gusta. Y así, miles de matices fueron destacados o aminorados de tu naturaleza vocal a cambio de una voz amable.

Fuiste a veces negado o aceptado y generaste como parte del juego el miedo al miedo al rechazo. Mirabas alrededor y si algo te hacía daño lo evitabas o bien te lanzabas temerariamente con todo tu coraje (palabra que se usa para denotar tanto el valor como la ira). Luego vino la rivalidad, los celos y de la contienda, incluso, surgieron como armas una voz seductora, o asertiva, impositiva, inflexible, dulce o con unos extraordinarios tonos con los que vencer a cualquier rival.
Y quizás más tarde, agotado por esta batalla por el amor, comenzaste a mirar hacia dentro y pudiste ver como tu voz en pocas ocasiones fluía sostenida por el sentir, dándole el poder al corazón. Y, ya consciente, en medio de tu caminar por la edad adulta, te planteaste, si tu voz te expresaba; si le confiabas el sentido que las palabras no pueden portar por sí solas, dejando a la voz de la pasión cantar donde las palabras dicen.

Te preguntaste si tu voz era fruto del amor por ti y por lo que eres o fruto de exigencia y negaciones. Y te planteaste las dudas entre confiar y desconfiar, dejarse fluir o tratar de controlar.
ROSS GALÁN
Coach Personal
Escuela de Inteligencia



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