viernes, 23 de noviembre de 2007

AMOR Y CONSTELACIONES


El amor tiene varias dimensiones y no puede ser completamente definida por teorías y conceptos que vienen de la mente racional (Hemisferio Izquierdo del cerebro). El amor es en sí mismo, y siempre será un “misterio”(*).

Cuando miramos las relaciones entre padres-hijos y las relaciones de pareja en una constelación, necesitamos ser conscientes de esto, y mirar con asombro la inmensidad del amor que mueve las personas. Es imposible definirlo, pero es suficiente con que se exprese y manifieste en nuestra vida.

El lazo entre padre-hijos es “para siempre”. Es una corriente que fluye hacia abajo, de los padres hacia los hijos, viene por igual de ambos, ya que somos mitad madre y mitad padre, es necesario reconocer este hecho, expresando respeto y gratitud hacia ellos. Aunque este hecho es muy simple, en constelaciones familiares, vemos que la dificultad es la raíz de muchos problemas dentro y fuera de la familia.

La dimensión más básica del amor es el sexo, que es energía animal y fundamento de la vida. El sexo crea un vínculo entre la pareja y si se acompaña de amor, este vínculo es más fuerte.

Cuando vamos más allá del nivel biológico, el amor es una necesidad psicológica (¿o un deseo, quizás?), sin amor nos sentiríamos solos y aislados en el mundo.

En este nivel, el amor es un dar y recibir, un intercambio entre dos personas que se da con respeto y gratitud, uno le da al otro lo que necesita y éste recibe también, por lo que mostrar las necesidades se convierte en algo imprescindible. Esta no es una necesidad del niño que necesita del padre, sino del adulto que se da cuenta de que es “incompleto” como hombre o mujer. Amar a una persona es establecer comunicación con ella (hablaré en otra ocasión sobre el tema de ¿Cómo Amar A Una Persona?
que va más de lo que la mayoría de las personas entiende por “amar a una persona”). Pero la relación de pareja no es un fin en sí misma, es un medio para aprender sobre el amor, una relación viva para amar y ser amado.

La “necesidad” que tenemos del otro, refleja la necesidad de tocar aspectos desconocidos de nuestra individualidad, nos relacionamos con nosotros mismos, aprendiendo a amar y honrar todo lo que ha sido reprimido, oculto e inexplorado de nosotros. Cuando el amor está "desnudo" y abierto a todo el mundo, se convierte en compasión.

La compasión es un estado del SER, un amor desbordado, la forma más pura de compartir, va más allá de cualquier relación que estemos examinando. En constelaciones familiares, por ejemplo, está reconocida como la forma más ilimitada y elevada de amor.

Si somos capaces de convertirnos totalmente en individuos íntegros nuestra dependencia emocional e incluso física del otro es menos e incluso puede desaparecer.

Entonces el amor adquiere una cualidad diferente, no es nunca más una necesidad o una atadura EMOCIONAL.

Reconociendo nuestra necesidad del otro y disfrutando del reto de una relación íntima, podremos crecer en entendimiento.

La mayoría de nosotros hemos experimentado momentos de amor incondicional, instantes en lo que hemos dado sin expectativas de recibir nada a cambio sólo por el placer de compartir, de dar, porque ésta es TU naturaleza, NUESTRA naturaleza como Seres Humanos. Mira a la naturaleza misma, un árbol, por ejemplo, da su sombra y su fruto incluso a la persona que quiere talarlo, una rosa, es otro ejemplo de las muchas flores que hay. Emite su fragancia a todos por igual y no espera de las personas nada a cambio porque es su naturaleza de emitirla. Otro ejemplo; la luz no aumenta su haz si hay más personas a su alrededor y lo disminuye si hay menos y lo quita si no hay nadie. El árbol, la rosa, la luz todos hacen su labor natural porque es su naturaleza. Y tú que presumes de tu superioridad a ellos, ¿por que no aprendes de ellos?

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ROSS GALÁN
Coach Personal
Escuela de Inteligencia















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